Máximos arcontes de las cosas chiquitas, los areopagitas patafísicos tienen en sus manos la noble tarea de salsear con 'Patafísica pura los hechos y palabras de otros doctores (o del mundo, a veces) que puedan hallar carentes de espíritu epimetafísico. El Catoblepas es, por ejemplo, el fruto de su encuentro con un camión de carnes grasas y el lindo Templo de Diana fue embellecido por sus generosas acciones a través de ese incomprendido y ubuesco hombre que fue Eróstrato.

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Para prueba de su eficacia bástele al lector saber que en un principio, esta iba a ser una Sociedad de Física.